As we enter the month of November we prepare to celebrate the civic holiday we call Thanksgiving. I love this annual feast but I find myself wondering whether a holiday by this name is likely to continue in an ever more secularized nation. If these trends toward greater secularization continue can Thanksgiving remain a feast that leads us to pause and reflect, a day rich in meaning? Or will Thanksgiving become like many of our civil holidays, simply a part of a longer weekend in which many can kick back at home or travel or shop until they drop?
To give thanks is a concept we are taught from our childhood. We are taught to say thanks as a necessary social grace. But thanksgiving in many instances is more profound and our response is rightly more heartfelt. We feel moved to give thanks for actions or gifts of great generosity that go well beyond social obligations and which we might never be able to repay. Such a case might be when you receive the Christmas gift you hardly dared to dream of or when a person you don’t even know risks his life to save your own. When we have experienced such an act of unmerited generosity it is difficult even to find the words to express our gratitude although “thank you” may be all we can say. This brings me back to our annual feast that has been dedicated to thanksgiving. We might well ask what it is for which we are giving thanks and to whom? The first Thanksgiving proclamations made the answer to these questions clear. In the year 1789 when our nation had just been born, our first President, George Washington, under the direction of the newly formed Congress, issued this proclamation which I will quote in part: “Whereas it is the duty of all Nations to acknowledge the providence of Almighty God, to obey his will, to be grateful for his benefits, and humbly to implore his protection and favor—and whereas both Houses of Congress have by their joint Committee requested me ‘to recommend to the People of the United States a day of public thanksgiving and prayer to be observed by acknowledging with grateful hearts the many signal favors of Almighty God especially by affording them an opportunity peaceably to establish a form of government for their safety and happiness.’ Now therefore I do recommend and assign Thursday the 26th day of November next to be devoted by the People of these States to the service of that great and glorious Being, who is the beneficent Author of all the good that was, that is, or that will be—That we may then all unite in rendering unto him our sincere and humble thanks—for his kind care and protection of the People of this Country previous to their becoming a Nation—for the signal and manifold mercies, and the favorable interpositions of his Providence which we experienced in the course and conclusion of the late war—for the great degree of tranquillity, union, and plenty, which we have since enjoyed—for the peaceable and rational manner, in which we have been enabled to establish constitutions of government for our safety and happiness, and particularly the national One now lately instituted—for the civil and religious liberty with which we are blessed; and the means we have of acquiring and diffusing useful knowledge; and in general for all the great and various favors which he hath been pleased to confer upon us.” The practice President Washington began has continued to this day. His thanksgiving was profound and the object of that thanks was clear. Our nation will continue to be great as long as we know to whom we owe our Thanksgiving. Have a great and meaningful Feast! Bp. Mark
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Al ingresar al mes de noviembre, nos preparamos para celebrar la fiesta cívica que llamamos Acción de Gracias. Me encanta esta fiesta anual, pero me pregunto si es probable que unas vacaciones con este nombre, puedan continuar en una nación cada vez más secularizada. Si estas tendencias hacia una mayor secularización continúan, ¿la Acción de Gracias seguirá siendo una fiesta que nos lleva a detenernos y a reflexionar, será un día rico en significado? ¿O será el Día de Acción de Gracias, como muchas de nuestras fiestas civiles, simplemente como parte de un fin de semana más largo en el que muchos podemos volver a casa, viajar o salir de compras hasta caer de cansancio?
Dar gracias es un concepto que se nos enseña desde la infancia. Se nos enseña a agradecer como una gracia social necesaria. Pero la acción de gracias en muchos casos es más profunda y nuestra respuesta es más sincera. Nos sentimos motivados a dar gracias por acciones o dones de gran generosidad que van más allá de las obligaciones sociales y que nunca podríamos pagar. Tal caso podría ser cuando usted recibe el obsequio de Navidad con el que usted apenas se atrevió a soñar, o cuando una persona que ni siquiera conoce, arriesga su vida para salvar la suya. Cuando hemos experimentado tal acto de generosidad inmerecida, es difícil, incluso, encontrar palabras para expresar nuestra gratitud, aunque un "gracias" puede ser todo lo que podemos decir. Esto me regresa nuevamente a nuestra fiesta anual la cual se dedicado a la acción de gracias. Bien podríamos preguntar por qué estamos dando gracias y a quién. Las primeras proclamaciones de Acción de Gracias hicieron muy clara la respuesta a estas preguntas. En el año 1789, cuando nuestra nación acababa de nacer, nuestro primer presidente, George Washington, bajo la dirección del Congreso recién formado, emitió esta proclamación que voy a citar en parte: "Considerando que es deber de todas las naciones reconocer la providencia del Dios Todopoderoso, obedecer su voluntad, agradecer sus beneficios y humildemente implorar su protección y favor, y considerando que ambas Cámaras del Congreso han solicitado por su Comité conjunto, recomendaré al Pueblo de los Estados Unidos un día de acción de gracias y oración pública para ser observado, al reconocer con gratitud los muchos favores de Dios Todopoderoso, especialmente al brindarles una oportunidad pacífica para establecer una forma de gobierno para su seguridad y felicidad.' Ahora, por lo tanto, recomiendo y asigno el día Jueves 26 de noviembre próximo a ser dedicado por el Pueblo de estos Estados al servicio de ese gran y glorioso Ser, que es el benéfico Autor de todo lo bueno que fue, es y que será: para que todos podamos unirnos para brindarle nuestras sinceras y humildes gracias por su amable cuidado y protección al Pueblo de este País, antes de convertirse en una Nación, por la señal y múltiples misericordias y por las interposiciones favorables de su Providencia que experimentamos en el curso y la conclusión de la guerra tardía - por el gran grado de tranquilidad, unión y abundancia que hemos disfrutado desde hace mucho tiempo - por la forma pacífica y racional en la que se nos ha permitido establecer constituciones de gobierno para nuestra seguridad y felicidad y particularmente por el nacional que ahora se ha instituido últimamente, por la libertad civil y religiosa con la que somos bendecidos; los medios que tenemos para adquirir y difundir conocimiento útil y en general por todos los grandes y variados favores que Él se ha complacido en conferirnos". La práctica que inició el presidente Washington ha continuado hasta nuestros días. Su acción de gracias fue profunda y el objetivo de ese agradecimiento fue claro. Nuestra nación seguirá siendo grande mientras sepamos a quién debemos de dirigir nuestra Acción de Gracias. ¡Que tengan una gran fiesta! Obispo Mark |
AuthorMost Rev. Mark J. Seitz Archives
May 2020
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